Eurocopa: España-Italia

España es una máquina

Impresionante recital de la selección española, que rozó la perfección y trituró a Italia con un fútbol total

Sólo la falta de puntería y la soberbia actuación de Donnarumma impidieron que la selección española lograra una goleada histórica en una actuación inolvidable

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España venció a Italia 1-0 en un partidazo histórico.

Baño, meneo, repaso, chorreo, paliza, tunda, vapuleo, lección, recital… Podría escribir mil sustantivos para resumir el tremendo partido de España ante Italia. La selección de Luis de la Fuente bordó el fútbol, rozó la perfección y sólo la falta de puntería y la magnífica actuación de Donnarumma evitó una goleada de escándalo. Dignificó la azzurra, que nunca se rindió, la inolvidable victoria española, que convierte a nuestra selección en la favorita (sí, en la favorita) para ganar la Eurocopa.

El gol, y eso es lo de menos, se lo hizo Calafiori en propia puerta, pero España acumuló méritos para haber marcado un saco en un partido para escribir en los cementerios: «Lo que os habéis perdido».

A Luis de la Fuente, que se hizo el interesante en la previa, el cuerpo le pedía repetir once. Se lo impidió otro cuerpo, el de Nacho, que le envió señales de parar en forma de unas molestias musculares. Entró en su lugar Laporte, el central que se había convertido en el bulto sospechoso de España por su estado físico tras un año en el balneario de la Liga de Arabia Saudí. Sus sensaciones en el amistoso ante Irlanda del Norte no pudieron ser peores. Hasta dio la sensación  de ser un frigorífico con botas. Y contra Italia ya no era de mentirijillas.

El resto del once de España era el mismo que trituró a Croacia en el debut a golpe de pegada. A saber: Unai; Carvajal, Le Normand, Laporte, Cucurella; Rodri, Fabián; Nico Williams, Lamine Yamal y Morata. Sólo Alemania en el debut ha jugado mejor que estos once tipos en lo que va de Eurocopa. No sé ustedes, pero yo estoy empezando a venirme más arriba que Froilán en una rave.

Y eso que enfrente estaba Italia, otrora nuestro monstruo de la última pantalla, pero ahora un grande algo venido a menos. Un noble con la capa roída pero con el orgullo intacto y siempre dispuesto a desenfundar la espada. Mal enemigo. Spalletti, seleccionador transalpino, repitió el once del estreno que se deshizo de Albania en el estreno no sin pasar las de Caín. Los actuales campeones de Europa saltaban al césped con una alineación integrada por el siempre imprevisible Donnarumma en la portería, una defensa formada por Di Lorenzo, Bastoni, Calafiori y Dimarco. El centro del campo bailaba al son de Barella, escoltado por Jorginho y Frattesi. Arriba Chiesa, Pellegrini y Scamacca, el único hombre vivo que tiene más tatuajes que el protagonista de Prison Break.

Nico Williams anda suelto

El empate era bueno para Italia y mejor para España, pero el partido  no olía a biscotto. El arranque fue más prometedor que un político en campaña. Para nosotros, claro. Porque apareció Nico Williams en el primer minuto para poner una pelota medida… en la cabeza equivocada. No llegó a Morata, que aguardaba para embocar, sino a Pedri, que la echó por arriba ante el vuelo desesperado de Donnarumma, que sacó una mano prodigiosa.

Con el extremo del Athletic desatado, España campaba a sus bandas por la izquierda. Vamos, como Pedro Sánchez. Nico, que estuvo tímido ante Croacia, salió con inspiración y chispa frente a Italia. Nuestra presión alta impedía a los transalpinos abandonar su campo. Y hasta les metimos un par de coces cuando tocaba para que no se vinieran arriba. Protestaban los italianos, incrédulos de ser los que recibían y no los que pegaban.

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Morata controla entre dos rivales en el España-Italia. (EFE)

Al filo del minuto 10 España cosió una contra con precisión y vértigo. Peinó Morata, dividió Pedri, que se la devolvió al 9. Morata paró, miró y se la puso en la cabeza a Nico Williams, que sólo tenía que acompañar la pelota para marcar. Giró la cabeza y la echó fuera. Habría sido más fácil meterla. Si ante Croacia tuvimos pegada contra Italia nos sobraba fútbol, pero nos faltaba puntería.

Italia, superada y estupefacta, quiso enfriar el partido con patadas, pero España estaba on fire. En especial un Nico Williams que parecía Vinicius. No había quien le frenara. Y eso que la azzurra no le perdió la cara al partido y le puso intensidad, oficio y calma (cuando tocaba) al tsunami español.

Todo al rojo

Tuvimos la tercera en el 23 tras un jugadón de Lamine Yamal que asistió a Morata. El 9 se fue cerrando y su disparo se topó con los pies de Donnarumma, que salvaba otra vez a Italia. Repitió paradón un minuto después a un disparo lejanísimo de Fabián. El irregular portero del PSG estaba salvando a su país de una derrota segura.

Vinieron después unos minutos insuperables de la selección con un fútbol colectivo y total. Gobernaban Rodri y Fabián, mediapunteaba Pedri, cortaban de fuera hacia adentro Lamine y Nico y esperaba su turno Morata. España era un ciclón. Yo miré varias veces la tele por si se había puesto la imagen a cámara rápida. No se podía jugar ni más rápido ni mejor. Vale, nos faltaba el gol porque Donnarumma nos lo había negado varias veces, pero que nos quiten lo bailao.

Hubo que esperar al 46 para que Italia se asomara al área española en una contra que finalizó con un disparo alto y defectuoso un Chiesa que había sido fagocitado por el ubicuo Cucurella. Fue la llegada con la que se abrochó una primera parte en la que España rozó la perfección en el juego y sólo la falta de tino y la imponente actuación de Donnarumma evitó que nos fuéramos por delante al descanso.

Reparte Italia

Del que volvimos con Italia dispuesta a resistir por lo civil o por lo penal. Sobre todo por lo penal. Así llegó la entrada alevosa de Cristante a Rodri que estuvo a pronto de dejarle K.O. El italiano había salido a repartir y se puso raudo manos a la obra. España seguía dominando pero Italia era una máquina de sobrevivir.

De nuevo perdonó España en el 51. Esta vez fue Pedri el que hizo malo un magnífico servicio de Cucurella, que le dio el pase de la muerte. El culé la echó fuera casi desde el área pequeña. Miraba al cielo en busca de una explicación paranormal a un fallo imperdonable. Esas se pueden fallar (y se fallan), pero no se debe.

Por fin en el 55 llegó el gol. Lo marcaron ellos, sí, pero en su portería. La jugada llegó (como siempre) por la izquierda. Desbordó y asistió Nico Williams, peinó Morata y el autogol lo hizo Calafiori, que había completado hasta entonces un partido impecable. El toquecito del delantero español fue determinante para despistar al central italiano.

El recital interminable

Con el 1-0 España no levantó el pie. La tuvo Morata en el 57 y Le Normand de cabeza en el 58. No amainaba el vendaval español con un Fabián en estado de gracia. En el 59 un disparo cruzado de Lamine Yamal lamió por fuera la escuadra de Donnarumma. El jovencísimo extremo español espoleaba a un público que se dividía entre los que coreaban olés y los italianos, que apenas podían pitar.

Trató de reaccionar Italia apelando a ese ADN que convierte la precariedad en virtud. Alguna incursión de Barella bien defendida por la pareja de centrales españoles pero poco más. Respondió España con una jugada monumental de Nico Williams, que trazó la diagonal y finalizó con un disparo que sólo la escuadra izquierda de Donnarumma pudo abortar el 2-0.

Era el 70 y Luis de la Fuente movió el banquillo: Álex Baena por Pedri y Ferran Torres por Lamine Yamal. Y luego en el 77 entraron Ayoze y Oyarzabal por Nico Williams (vaya partido el suyo) y Morata. España continuaba con su recital de juego. Italia estaba viva en el marcador pero muerta en el césped.

Pasaron los minutos y llegamos a la recta final con el partido abierto. Trató de apretar Italia a la italiana, pero España se sostenía subida a la pelota. Incluso pudo llegar el segundo en dos jugadas postreras de Ayoze que volvió a salvar Donnarumma milagrosamente con sendas paradas imposibles. Al final la selección de Luis de la Fuente (un diez, por cierto, para el seleccionador) abrochó un triunfo tan corto como merecido y no sólo consolidó su pase a octavos de la Eurocopa, sino que lo hizo como primera de grupo. Y, de paso, como gran favorita para ganar el torneo.

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